Descrição
¡Cómo hemos caído todos en la trampa de la utopía! Genial invento. Unos dicen: "Hay que dejarse de utopías y ser pragmáticos. Ya está bien de filosofías y romanticismos alimentados en nebulosos ideales. Lo que hace falta es que el país funcione". Así habla la derecha. Otros dicen: "Nunca renunciaremos a la utopía. Hay unos valores irrenunciables por los que luchar. La utopía es el motor de la historia, etc." Así hablan muchos en la izquierda. Señores de la derecha (mis adversarios), señores de la izquierda (los míos): Ya es hora de desenmascarar esta trampa de utopía inventada por los explotadores.
Érase una vez un amo que se compró unos esclavos y les redujo al máximo estado de miseria física y moral. Una vez organizada al máximo de perfección la explotación de los esclavos, a ningún esclavo se le ocurría jamás ir a sentarse a la mesa de su amo. Y a eso lo llamaron utopía.
La explotación capitalista (¡Eh, Usted!, el de la sonrisita de suficiencia, el que piensa: "ya nos salió con la monserga marxista pasada de moda como lo ha confirmado la historia"; es usted un desgraciado, un borrego más del rebaño; deje de hablar un momento si puede, y escuche), la explotación capitalista, iba diciendo, ha llegado a altas cotas de perfeccionamiento en su armazón ideológica, gracias a los pensadores (?) americanos y europeos, y ha conseguido que las cosas más elementales, más asequibles, más racionales, más conformes a la condición humana, sean consideradas como una meta inalcanzable, como un bello ideal para soñarlo; con lo cual, nadie sensato, nadie serio, responsable y educado, puede osar exigir esos ideales a los que llama utopía.
No es que los hombres, la mayoría explotada, hayan puesto sus deseos en cosas muy elevadas, inaccesibles, utópicas. Nada de eso. Es que los explotadores han hundido en profundidades abismales a los explotados, de forma que desde ese profundo pozo de abyección física y moral, subir a la boca del pozo y pisar el suelo normal y corriente parece empresa quimérica, utopía quijotesca. El explotado no quiere volar sobre las nubes, quiere simplemente pisar la tierra que es suya.