Descripción
Ya sabemos que la Solidaridad está en crisis
Hablar de crisis de solidaridad podrá parecer un tópico, pero se trata de una fuerte verdad que, por uno u otro lado, nos afecta a todos: a los que deberían dar solidaridad y a los que necesitan recibirla. O, mejor dicho, a todos los que necesitamos recibirla y darla; porque la solidaridad es un misterio de reciprocidad fraterna ineludible.
Datos de esa crisis no faltan. Nos referimos sobre todo a la solidaridad con América Latina. De los miles de comités de solidaridad que llegó a haber, en todo el mundo, con Nicaragua, por ejemplo, la mayor parte de ellos ha desaparecido. Y es curioso observar que, en España concretamente, han desaparecido los llamados comités «políticos» y permanecen los «cristianos». En bien de la verdad es justo reconocer que algunos de los primeros se han fundido con otros organismos más universales de solidaridad. Sin embargo, permanece en pie la observación de Enrique Dussel: quizás en ciertas horas de decepción histórica, cuando la esperanza «científica» ha sido derrotada por los hechos, permanece, en la noche de la fe, más allá de las certezas científicas, la esperanza contra toda esperanza de los cristianos. Lo cual no significa que esa crisis no afecte profundamente también a los cristianos y cristianas, sobre todo cuando ellos también le dan su debido valor a la historia y a la ciencia.
Empezar por esa constatación de la crisis de la solidaridad no es negativismo. Se trata de una crisis de crecimiento en última instancia. Siempre que se recuerde y se asuma responsablemente lo que de hecho es la solidaridad a la luz de la fe.
La solidaridad es una forma plena de la caridad de siempre pero con vivencia crítica, histórica, política, geopolítica, de espiritualidad integrada. La solidaridad es la caridad potenciada por la opción por los pobres. La misma crisis que la opción por los pobres está pasando en el corazón de muchos y en muchos sectores de la Iglesia, la pasa lógicamente la solidaridad.
La opción por los pobres ha entrado en su noche oscura
Muchos se están preguntando «qué queda de la opción por los pobres». Entendida como la opción por las Causas de los pobres, y no solamente por sus sufrimientos o su marginación.
Los motivos de esta crisis mayor de la opción por los pobres y, consecuentemente, de la solidaridad con ellos, son muchos, estruendosos, totales.
El crac del Este Europeo y la caída del socialismo real. El fracaso de algunas revoluciones populares. El supuesto triunfo del nuevo imperio del liberalismo y la hegemonía omnímoda del mercado.
Parque no se «ve» un proyecto histórico de los pobres, alternativo, que sea viable en este momento globalizado de la política y la economía. Hoy la opción por los pobres ha de hacerse más a contramano, sin el respaldo sensible de un organigrama que lo respalde, sin la fuerza manejable de una esperanza mecanicista que le dé credibilidad de facticidad histórica próxima. La opción por los pobres y por sus Causas, en esta hora nocturna, ha de hacerse como en el aire de la fe, como al viento de la utopía.