Descripción
El Catecismo de la Iglesia Católica admite diferentes lecturas; la mía será una lectura desde la perspectiva de una mujer cristiana y feminista.
Y lo primero que me sorprende es el lenguaje androcéntrico y la estructura patriarcal en que se expresan no sólo las verdades de la fe, sino las prácticas de los cristianos. Es como si la Iglesia sólo fuera de varones y para los varones. Ninguna mujer ha tomado parte en la redacción del texto, y, estando como estamos a finales del siglo XX, parece increíble que no se hayan incorporado las más elementales normas del lenguaje no sexista, ampliamente extendidas hoy en las diferentes instituciones. El término «hombre», utilizado constantemente con carácter aparentemente inclusivo de varones y mujeres, no es más que una manera de pensar en el hombre-varón como medida y modelo del ser humano y una forma más de discriminación de la mujer. Más aún, el hombre-varón se constituye en horizonte de toda explicación de fe: desde el concepto y la experiencia de Dios hasta la doctrina y la organización de la Iglesia, pasando por los sacramentos, los mandamientos y la oración cristiana.
Un ejemplo claro de lo dicho es que afirmando «que Dios no es Padre ni Madre», sin embargo a lo largo del texto se sigue hablando de Dios siempre como Padre, masculinizando la divinidad y, desde aquí, todas las estructuras, órganos y mediaciones para vivir la fe cristiana. Al comienzo del Catecismo hay un destello de luz al respecto, cuando leemos que «Dios no es ni hombre ni mujer... Es espíritu puro, en el cual no hay lugar para la diferencia de sexos» (n° 370). Pero a renglón seguido entra en contradicción con lo dicho y siempre que habla de Dios se refiere a él como una persona de sexo varón, sin incorporar las aportaciones hechas por la teología feminista desde el siglo pasado sobre la maternidad / paternidad de Dios. Así, esta formulación del primer artículo del Credo, con la que el Catecismo abre la sección dedicada a «la profesión de la fe cristiana: Creo en Dios, padre todo poderoso, creador del cielo y de la tierra».
También nos sorprende, en segundo lugar, que la aplicación y explicación de los textos no siempre están de acuerdo con los últimos hallazgos de una avanzada exégesis que la Iglesia nunca ha condenado.
Un ejemplo es el relato del Génesis sobre Adán y Eva, donde se sigue manteniendo que todo el género humano desciende de una sola pareja, ignorando los estudios sobre los «géneros literarios» y sin tener en cuenta que lo principal de estos relatos mitológicos es su mensaje religioso, lo que puede provocar una lectura fundamentalista de la Biblia con consecuencia ya conocidas a lo largo de la historia de la Iglesia.
Como no es posible tocar todas las cuestiones que se abordan en las 700 páginas del Catecismo, voy a analizar algunas de las que afectan más a las mujeres y por lo tanto también a los varones que son solidarios de nuestras causas.