Descripción
No es fácil hablar sobre Santo Domingo, por la complejidad del acontecimiento y por su misma cercanía. Sobre todo es difícil hablar manteniendo una doble fidelidad.-
Fidelidad y amor a la Iglesia, esposa de Jesús y madre nuestra, Iglesia pueblo de Dios, Cuerpo de Cristo y Templo del Espíritu. Iglesia institucional y carismática, Iglesia por la que Jesús se entregó y a la que dio su Espíritu. Iglesia a la que amamos y en la que deseamos morir.
-Fidelidad a la verdad, honradez con la historia; fidelidad a los hechos reales, a lo que se ha vivido, fidelidad a personas y grupos que han sufrido, fidelidad a los que durante años han trabajado para preparar la Asamblea de Santo Domingo; fidelidad al pueblo sencillo y a sus expectativas, fidelidad a los mártires de América Latina, fidelidad en última instancia al Espíritu que es Espíritu de verdad y de libertad.
Y es difícil mantener esta doble fidelidad sin caer o en una crítica amarga o en fáciles e infantiles triunfalismos; sin escandalizar al pueblo, ni decepcionar a los que desean conocer la verdad, ayudando a construir positivamente el Reino de Dios y a que madure y se fortifique nuestro amor a la Iglesia.
Después de casi un año me parece que ha llegado el momento oportuno para una reflexión madura y eclesial, para poder compartir algunas de las experiencias de Santo Domingo.
Dos visiones de Santo Domingo
Existen dos visiones acerca de la Conferencia de Santo Domingo:
a) como acontecimiento eclesial importante, vivencia de comunión episcopal entre los obispos y con el obispo de Roma; reafirmación de la colegialidad episcopal y de la Iglesia de América Latina; lanzamiento del gran programa de la “Nueva Evangelización”; confirmación de Medellín y Puebla, etc.
b) como experiencia eclesial muy dura, tensiones entre diferentes posturas teológicas; manipulación de la asamblea por parte de la CAL (Comisión para América Latina), sospechas acerca de la Iglesia de América Latina, retroceso doctrina, etc.
¿Cuál de las dos es la que tiene razón? Las dos visiones reflejan la realidad.