Descripción
¿De dónde hemos sacado que del relato del Génesis acerca de Adán y Eva salga una cierta concepción de inferioridad de la mujer? El relato no lo dice. El relato dice lo contrario. Las mismas manos que hacen al hombre, hacen a la mujer: las manos de Dios. La mujer es hecha de la misma materia que el hombre, por eso el relato recalca que fue hecha de hombre, de un costado o costilla del hombre. Es más, puestos a sacar conclusiones, podemos sacar algunas no tan gratas a nuestro machismo teológico: el hombre es hecho de barro y la mujer, según el relato, es hecha de hombre, ¿cuál está hecho de peor materia? El varón es creado fuera del paraíso, la mujer dentro, ella es, pues, parte del paraíso, el varón no. Es al varón al que se prohíbe comer del árbol de la ciencia del bien y del mal, no a la mujer, porque, si nos fijamos, según el estricto relato, la mujer no había sido creada cuando Dios ya había prohibido al varón la comida del fruto. Lo que deshace la igualdad primordial entre el varón y la hembra no es Dios, sino el pecado; todas las nefastas consecuencias que aparecen en Génesis 3,16, son consecuencias del pecado, no de la voluntad original de Dios. Lo único que Dios hace es consignar lo que por el pecado ha sobrevenido a la relación entre la mujer y el varón, entre el varón y la tierra.