Descrição
Esta carta quiere ser una expresión de protesta y a la vez de perplejidad, como también un saludo ya que está por finalizar el actual gobierno general. Hablo sólo en mi nombre, sin comprometer a ninguno de la Editorial Vozes ni de la casa de estudios donde enseño.
Apenas terminé de leer la carta (del gobierno de la Orden) interviniendo la editorial Vozes y mi despido como director de la revista Vozes, para mí es evidente que esta iniciativa no es del actual gobierno sino que, por detrás de ella, está la voluntad del prefecto de la Congregación para la Doctrina de la fe, de acuerdo con algunos obispos conservadores, y aún reaccionarios, que me permito nombrar: el cardenal de Río de Janeiro, Eugenio Sales y nuestro obispo Joé Veloso, entre otros.
Sinceramente, lo que se ha hecho no se podría hacer a ningún otro. Aquí lo hacían los militares en la lógica de la represión, típica de la dictadura de los años 60 y 70 en Brasil, Argentina y Chile. En las redacciones de periódicos y revistas estaban presentes los infatigables censores militares. ¿Debemos, ahora, tener censores en nuestras redacciones? ¿A qué punto llegará nuestra Iglesia y nuestra Orden? Estas cosas desmoralizan a nuestras Iglesias, que por años lucharon contra estas formas arbitrarias de comportamiento, opuestas a los derechos humanos. La gente no sabe nada de esta forma de proceder. Sino, se escandalizaría y tendría razón de criticar a la Iglesia Jerárquica por su autoritarismo y sus posiciones contrarias a la conciencia ética de las mejores sociedades civiles. Se argumenta que la Iglesia no es como la sociedad civil. Si no lo es, es porque quiere ser mucho más y mucho mejor que cualquiera de las sociedades seculares.