Descripción
El tema que nos ocupa nos lleva en primer lugar a tratar la situación actual de América Latina y de la Iglesia en el Continente de la Esperanza; después, la segunda parte, nos lleva a considerar la nueva evangelización.
Los momentos de la historia en que vivimos
Cuando estamos para terminar el siglo XX, hay hechos significativos de los que depende la vida digna de este Continente de la Esperanza:
• Se nota la progresiva valorización de los derechos humanos y preocupaciones éticas, deseando soluciones de ámbito internacional para resolver los problemas comunes en la búsqueda de un nuevo orden con derechos y deberes bien establecidos, que puedan garantizar decisiones, por medio del diálogo, la negociación, superando la guerra fría, el recurso primario enloquecido del uso de las armas.
• En el seno de las naciones se notan señales de que el economicismo da lugar al aprecio de las culturas; se afirma el principio de subsidiaridad, por el que el Estado reconoce los derechos de la sociedad civil.
• A pesar de las conquistas tecnológicas que podrían promover el bienestar de la población mundial permanecen enormes injusticias en relación de países del primer y tercer mundo al interior de las mismas naciones subdesarrolladas, con la consecuente desaprobación de la distribución de bienes, acusando miseria, desnutrición, enfermedades y analfabetismo en continuo crecimiento en más naciones. No podemos olvidar, por ejemplo, el que haya en el mundo 17 millones de refugiados, que lejos de sus patrias, esperan que se reconozcan sus derechos ciudadanos.
Nuestro continente vive en medio de las perplejidades típicas de la época.
Constatamos la falencia de las teorías desarrollistas de la década de los 60, cuando parecía que el progreso de las naciones era cuestión de un breve tiempo. Aumentó la concentración de bienes en pocas manos. La deuda externa se tomó excesivamente pesada para unos países e insoportable para otros. La pobreza extrema y las condiciones políticas obligaron a grandes grupos a emigrar hacia dentro y hacia afuera. Creció la espiral de la violencia y el señuelo del narcotráfico causando hasta la inestabilidad política en que narcotráfico y armamentismo crecen conjuntamente como un cáncer. Después de decenios de arbitrariedades por parte de los gobiernos de tumo, ha habido un retorno a gobiernos, gradualmente más democráticos, en la mayoría de nuestros países.
América Latina también se caracteriza hoy por una legión de pobres, alejados de oportunidades de trabajo y de condiciones dignas de vida. Es también un continente de jóvenes, en previsión de aumento numérico en los próximos años.
El fenómeno central es la concentración siempre mayor en las ciudades y el consecuente abandono en muchos países de las áreas rurales. Continuamos viviendo en proceso de fusión entre las razas con aportes en los últimos tiempos de inmigrantes de Asia.
En esta compleja realidad tenemos que destacar como positivas las primeras señales de búsqueda de una mayor colaboración y participación entre los países que hace prever para América Latina algo parecido a la comunidad europea. Hoy, después de tantos siglos en que culturas florecientes fueron agredidas y destruidas, se siente una valorización de las culturas existentes, especialmente de las culturas indígenas y en el Brasil de la cultura negra.