Descripción
Cuando se habla de una “nueva” evangelización, ¿De qué se trata? ¿De una evangelización restauradora, nostálgica del pasado, o de una nueva evangelización liberadora, que abre creatividad hacia el futuro? Casiano Floristán plantea todas las ambigüedades a que se presta el adjetivo “nueva” aplicado a la evangelización y las exigencias que, precisamente por ser una evangelización para la situación actual, debe conllevar.
La “nueva evangelización” puede pretenderse sucintamente como acción misionera dirigida a los bautizados y a los pueblos ya evangelizados que no viven hoy su fe, bien porque no practican la justicia, bien porque viven secularizados en medio de una cultura de increencia. No obstante, hay divergencias en la concepción de la “nueva evangelización”, ya que no todos los teólogos y pastoralistas entienden del mismo modo el adjetivo “nuevo” aplicado al sustantivo “evangelización”. Pueden distinguirse -según expresa A. González Dorado- dos corrientes: “una, más dominada por el entusiasmo; y otra, más crítica y cuestionadora”. Se dan, pues, dos interpretaciones: una evangelización restauradora, nostálgica del pasado, y otra liberadora, como apertura creativa hacia el futuro. De hecho, no se entiende la “nueva evangelización” del mismo modo en los movimientos neoconservadores que en las comunidades de base. Las diferencias residen, fundamentalmente, en comprender la “nueva evangelización”, bien como simple restauración de la misión de la Iglesia a la luz de la cristiandad, en función de una transformación moderna cultural (cambio operado en el mundo), bien como renovación profunda de la misión cristiana a la luz de la liberación, en función de la inculturación de la fe en el mundo de los pobres (cambio que debe operarse en la Iglesia). Al plantearse la evangelización de la cultura, se comprende la nueva evangelización según se entienda la cultura.