Descripción
El año que viene, 1992, dos grandes eventos se sucederán en nuestro país. Dos eventos, vinculados históricamente, pero que tienen significación diferente para nuestro pueblo y el pueblo latinoamericano. Se trata de la IV Conferencia del Episcopado Latinoamericano (CELAM) y el V Centenario de la llegada de los europeos.
Ambos eventos han suscitado el interés de mujeres y hombres, que, desde ópticas diferentes, se sitúan ante ellos. La IV Conferencia del CELAM es un hecho eclesial que tiene implicaciones políticas importantes para toda América Latina. Se trata de las líneas generales que en materia teológica y pastoral acompañarán la práctica de vida y compromiso de millones de seres humanos en los próximos 10 años. El V Centenario, por su parte, es un hecho que significó la ampliación de los territorios europeos, y el dominio, desarticulación y casi exterminio de la raza indígena.
En particular, para la Iglesia Católica, ambos eventos son importantes. En ambos se vincula la misión profética y anunciadora de la Buena Nueva. Es el mejor momento para que ésta pueda reafirmar su opción preferencial por los pobres, y con ello proclamar la necesaria justicia social y económica como presupuesto indispensable para un nuevo orden internacional.
Hoy más que nunca se hace necesaria esta postura, hoy que poderosas naciones y grupos económicos imponen un orden social que niega toda posibilidad de subsistencia digna a la persona humana. Que olvidan que la naturaleza fue dada gratuitamente a todos los hombres, colocándose de espaldas al anuncio profético:
"¡Ay de los que añaden casas a casas y juntan campos con campos, hasta no dejar sitio, y vivir ellos solos en medio del país! Soy testigo: lo ha jurado el Señor de los ejércitos: Sus muchas casas serán arrastradas, sus palacios magnificas quedarán deshabitados...!"
Hoy más que nunca la Iglesia está llamada a denunciar los graves males que se impone al futuro de nuestros pueblos a través del hambre y la desnutrición creciente en miles y miles de niños latinoamericanos.
Una vez más, como en aquel célebre Sermón de Adviento, la Iglesia está llamada a denunciar la injusticia y a proclamar el amor de Dios.
¿Cuál es la realidad que viven nuestros pueblos actualmente? ¿Con cuál realidad concreta se encontrará nuestra Iglesia latinoamericana, al congregarse en Santo Domingo a pensar su práctica pastoral para los próximos diez años, es decir, para finalizar con el siglo XX? ¿En medio de cuáles condiciones se hará tan importante evento?