Descripción
El método para trabajar teológicamente la obra de San Ignacio nace de su propia experiencia de Dios, de su vida marcada por la incansable obsesión del servicio divino, de su identificación con Jesucristo, pobre y humilde, amado y servido como Rey Eterno y Señor universal, de su percepción de los movimientos, procedencia y presencia de las tres Personas divinas en su propia persona, en la realidad y en la Iglesia. Podemos, pues, destacar tres ejes metodológicos centrales en su obra.
El primero de ellos es la tensión dialéctica experiencia-praxis. Desde los comienzos de su conversión, Ignacio quedó marcado y transformado por una profunda experiencia de Dios. Esta experiencia fundante surge de la contemplación de Dios en su misterio de amor que opera y actúa en favor de la humanidad y, al mismo tiempo, convoca a una praxis. Este amor de Dios que toca e inflama, llama simultáneamente a colaborar de forma activa en su obra redentora. En esta praxis de colaboración humano-divina, Ignacio se siente llevado a encontrar a Dios contemplativamente en todas las cosas y en todas las personas. Esta tensión que se halla patente en el libro de los Ejercicios estuvo presente en toda su vida y así lo transmitió y enseñó a sus hijos e hijas, dentro y fuera de la Compañía de Jesús.
El segundo eje metodológico es la tensión dialéctica kénosis-doxa. La experiencia y praxis ignaciana corresponden a una revelación de Dios que se da, a la vez, en el despojo (kénosis) de quien se vacía y humilla para ir al encuentro del hombre, servirlo y salvarlo, y en la gloria (doxa) que resplandece y atrae poderosamente. Esta revelación se corresponde con una experiencia y una praxis humanas de kénosis que asume y palpa los estrechos y reducidos límites personales, el misterio de la pequeñez e indignidad propios en el llamamiento a colaborar en la acción divina para su mayor gloria; de kénosis que busca servir en el seguimiento de Jesús pobre y humilde y desea identificarse ardientemente cada vez más en ese camino de pobreza, oprobios y persecuciones como el único medio de acceso al Dios verdadero y, con el fin de reconducir, con el Hijo, todas las cosas a gloria doxa del Padre, experimentando ya aquí, en medio de las dificultades y tribulaciones de la kénosis, la gloria de Dios que anima, fortalece y consuela. Esta tensión pascual entre humillación y gloria, entro lo “alto y lo bajo” marca la aventura divina de Ignacio y la de toda existencia cristiana.