Descripción
El surgimiento de comunidades cristianas de diversa índole, sobre todo en los sectores populares, ha sido uno de los rasgos fuertes del actuar pastoral, y una forma de promoción y formación del laicado, aunque la problemática específica del laicado no haya sido materia de reflexión significativa en los últimos años.
'Sin embargo, la terminología usada no ha sido tanto la del término técnico "laico" -que marca la diferencia intra-eclesial con respecto de clérigos y religiosos- sino la más genérica de "cristianos". En efecto, la experiencia más generalizada y relevante es indudablemente aquella por la cual los fieles se han descubierto masivamente como parte activa de la Iglesia. La novedad, percibida como experiencia gozosa, es aquélla tantas veces escuchada durante esta época post-conciliar: "Antes nosotros creíamos que la Iglesia sólo eran los sacerdotes y religiosas; ¡ahora nos damos cuenta de que también nosotros somos Iglesia!". El hecho, además, que esta frase empezara a surgir de labios de gente pobre, es decir, de los hasta ahora marginados de la sociedad -y de la Iglesia- constituye un hecho de primera importancia cuyo significado desearíamos trabajar en este artículo.
El propósito que nos damos es doble: por un lado, indicar la evolución de la problemática alrededor del laicado para comprender el paso adelante dado por el Concilio; por otro, mostrar la importancia teológica de la presencia de los laicos pobres en la Iglesia, es decir, ahondar en el significado de la experiencia tenida en estas dos últimas décadas, con el fin de ayudar a valorar e intensificar una práctica pastoral.