Descripción
Al releer el capítulo 25 del evangelio de San Mateo a la luz de los problemas de los refugiados y desplazados, me ha llamado poderosamente la atención cómo la situación del que San Mateo llama "forastero" resume todas las situaciones de penuria y sufrimiento: hambre, sed, desnudez, sentirse abandonado y casi diría yo, también encarcelado en el lugar de su refugio.
Los evangelistas, sin ser historiadores nos dan trazos de una sociedad en tiempos de Jesús, llena de miseria, hambre y desorientación. Trozos que hacen eco a la descripción que en ese mismo sentido nos dan los historiadores Flavio Josefo y Herodoto, cuando dedican en sus escritos su atención a Palestina. Entre otras cosas, los evangelistas nos hablan de muchedumbres que continuamente se desplazan, la mayoría de las veces siguiendo a alguien que les puede resolver aunque sea pasajeramente el problema del hambre. San Marcos en su Evangelio, nos dice que Jesús tenía "lástima de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor" (Mc. 6,34).
De todos es conocida la ayuda mutua que se prestaban los primeros cristianos que Jerusalén, cuando después de los catastróficos sucesos del año 70 d.C., es decir, la destrucción de Jerusalén por Tito, tuvieron que buscar refugio en sus comunidades y buscar el modo de asistir las necesidades de todos (Hch. 4, 32-37).
Y si, a la luz de estos pasajes del Nuevo Testamento nos vamos hasta aquellos remotos tiempos del Antiguo, descubriremos toda una pedagogía de DIOS para con el pueblo de Israel desplazado en el destierro y obligado a vivir como refugiados en Babilonia (2 Re. 24, 8- 19).
Yo quiero inspirarme en estos textos y con la ayuda del magisterio, tanto de la Iglesia universal como de las nuestras particulares, iluminar doctrinalmente esta labor tan urgente que Dios está pidiendo en favor de los refugiados y desplazados.
Procederé en tres momentos. En el primero, me he de preguntar cuáles son las razones cristianas que nos obligan a servir a nuestros hermanos, los hombres refugiados y desplazados. Luego en segundo lugar, atisbaré la doctrina de la Iglesia en la materia. Por último, me preguntaré lo que debemos hacer prioritariamente.