Descripción
La inculturación ha sido presentada como la encarnación del Evangelio en un contexto cultural particular, a fin de que la experiencia del Evangelio transforme la sociedad y suscite una cultura que sea como una "nueva orientación", un enriquecimiento para la Iglesia local y universal. Esta descripción propuesta por el Padre Arrupe tiene serias implicaciones para nuestro trabajo de evangelización. Para evitar que palabras cómo encarnación, Evangelio, transformar, experiencia... se vuelvan ambiguas o puramente retóricas, hay que examinarlas en profundidad.
Para empezar tomemos la palabra "Evangelio" que significa, como sabemos, "Buena Nueva". Es una buena nueva anunciada por personas concretas, en una lengua concreta. Lo que significa que esta buena nueva nos llega revestida con un vestido cultural particular: La predicación de Jesús y de los apóstoles llegó por medio de la cultura judía. Los humanos no tenemos otra forma de comunicarnos. Cuanto más alejados estamos de aquel primero que proclamó la buena nueva, tanto más requieren nuestra atención la comprensión y la transmisión del mensaje. Esta transmisión está afectada, no sólo por la distancia en el tiempo y el espacio, sino también por la cultura del mensajero, su mentalidad, sus actitudes, sus simpatías o sus prejuicios. Si la Fe contribuye a dar forma a la historia y la cultura, es igualmente verdad que la historia y la cultura pueden modelar la Fe de los pueblos. Esto significa la grave responsabilidad del que lleva el Evangelio a un pueblo que todavía no lo ha escuchado. El evangelizador debe comunicar los valores del Evangelio, así como los valores que contiene, y no su propia cultura; debe cuidar de que su propia cultura no altere el mensaje. Se dice que anunciar el Evangelio es "sembrar la Palabra" en una tierra cultural; lo mejor es hacerlo de tal manera que el conocimiento de Jesús y los valores que Él ha proclamado puedan echar raíces y crecer en la conciencia de los pueblos; lo peor es imponer una expresión cultural de este mensaje en lugar de otro.
Tomemos el caso concreto del trabajo de evangelización en India. Según una tradición venerable, el apóstol Santo Tomás llevó el cristianismo a India. La floreciente comunidad que fundó en Kerala está entre las más inculturadas del país. El hecho de que el evangelizador estaba cercano a Jesús y a su época, ha debido favorecer la comunicación del mensaje en su expresión más auténtica. No ocurrió lo mismo en el gran movimiento misionero lanzado por los portugueses en el siglo XV. Sin desestimar el celo y la santidad de los mensajeros del Evangelio, se puede decir que estos misioneros impusieron, en nombre de la evangelización, un modelo de vida y cultura, que vino a reemplazar una cultura por otra