Descrição
En todos los símbolos de la fe cristiana, es decir, en aquellas formulaciones que compartimos, en las que nos reconocemos y gracias a las cuales nos identificamos los cristianos, aparece la Iglesia. Después de confesar que creemos en Dios, Padre de Nuestro Señor Jesucristo, que envía sobre nosotros su Espíritu vivificador, confesamos creer en la Iglesia. Es verdad que no creemos en la Iglesia como creemos en Dios. Sólo Dios es término del acto de fe. La Iglesia forma parte del símbolo de la fe porque forma parte del acto de creer, y podemos confesar con plena verdad creer en la Iglesia porque creemos desde ella y gracias a ella. La fe, que es teologal en su término, es eclesial en su forma de realizarse. Ipsa credit Mater Eclesia, es la misma Madre Iglesia la que cree, decían los antiguos. "Llevando y sosteniendo mi fe personal está la fe de la Iglesia... es la Iglesia como comunidad la que cree primero en su Señor; y con ella y en ella soy arrastrado a decir personalmente: 'yo creo' ". A quien se confiesa cristiano puede decírsele, como el Simpliciano del libro VIII de las Confesiones de San Agustín decía a Victorino: "no te contaré entre los cristianos mientras no te vea en la Iglesia de Jesucristo".
Y sin embargo, parece que nuestro tiempo va acumulando las dificultades que se han manifestado en todas las épocas y que llevan al olvido de este artículo del credo y de esta dimensión de la fe cristiana. Más que en otras épocas, se extiende hoy la tentación de establecer un "cristianismo sin Iglesia", de constituirse en "cristianos sin Iglesia" o de "vivir religiosamente al margen de ella".