Descripción
Medellín significa respecto al Concilio Vaticano II una nueva ruptura. El Concilio representó esencialmente un enorme esfuerzo de la Iglesia como institución para responder con su práctica pastoral y con su reflexión teológica a las preguntas y expectativas de las capas medias del mundo moderno. En términos más concretos, vimos como el nuevo sujeto social burgués, en amplia expansión y acentuada presencia en el mundo centro europeo y norteamericano, fue en este Concilio el principal interlocutor de la Iglesia.
Los padres conciliares que venían con una práctica pastoral más intensa y por ello habían sentido de cerca los cuestionamientos modernos, pudieron introducirlos en la Iglesia conciliar. No fue tarea fácil. Pues los otros miembros del Concilio, ligados a un universo cultural premoderno o aislado por la protección burocrática, reaccionaron de manera distinta. El Concilio fue la victoria de los hombres de la pastoral moderna. Con ello, la Iglesia en su más alta instancia se entregó a una profunda reformulación pastoral y teológica, para tener una respuesta adecuada al mundo moderno.
El Concilio termina con la Constitución Pastoral Gaudium et Spes, sellando la reconciliación de la Iglesia con el mundo moderno. Ahora el sujeto social moderno es reconocido con sus preguntas, expectativas, intereses y aspiraciones. Ocupó el lugar del sujeto tradicional. Dentro de este contexto debe comprenderse la originalidad y significado de Medellín.