Descripción
Tú, Padre, eres el Dios de la gracia gratuita. Te apiadas de quien quieres, cuando y donde te place. Si es una clemencia gratuita el que tú llames a los hombres a tu propia vida, comprendo bien que esta vocación no es un obsequio que se le da al hombre, a una con la existencia, sino que el hombre solamente podrá encontrarte donde quieras dejarte hallar. Y también, como testimonio de que tu salvación es un don gratuito de la gracia, veo que el camino de la salvación que va hasta tu infinitud ubicua, deberá hacer un "rodeo" para pasar junto a aquel determinado hombre nacido en Palestina en tiempos del César Augusto y que murió bajo Poncio Pilato. Es el "rodeo" pasando junto a tu Hijo que se volvió hombre. En su "aquí y ahora", no en el siempre y dondequiera del espíritu versátil, tu gracia se nos hizo participación nuestra. Tu Santo Espíritu sopla donde quiere, donde él quiere, no donde yo quiero. Él no está simplemente siempre allí donde algún hombre quiere tenerlo.