Descripción
Deberán venir otras reflexiones, más maduras y matizadas por la perspectiva del tiempo y que tengan en cuenta el conjunto de la visita del Papa a Centroamérica, aún en curso cuando se escriben estas páginas. Sin embargo creemos que la presente puede ser útil para dar alguna luz sobre los hechos vividos el 4 de marzo.
Ha recorrido el mundo la noticia de la conflictividad que estalló en el encuentro entre el Papa y Nicaragua. Es imperativo buscar una explicación a este hecho que a muchos en muchas partes ha producido un gran dolor.
Hace nada más que tres años y medio el encuentro entre el triunfo de la revolución nicaragüense y el mundo provocó, en general, un sentimiento de alegría. Surgida de la conflictividad sufriente, testimonio de la división provocada entre hermanos por estructuras de poder que habían intentado despojar de su humanidad a multitudes, la revolución nicaragüense fue acogida con enorme júbilo, especialmente por los pobres de Centroamérica.
A pesar de todas las limitaciones y tanteos del proceso de Nicaragua, en este país hay vida, hay pan, hay libertad y hay una expresión religiosa exuberante. Hay más de todo esto que en tiempos de la dictadura somocista, sin duda. Y también hay más de todo esto que en países vecinos -El Salvador, Guatemala- desangrados y empobrecidos hasta lo indecible. Vida, pan, voz libre y expresión religiosa: son cuatro bienes fundamentales para estos pueblos oprimidos y creyentes. Los pueblos que tienen abundancia y viven en la civilización secularizada, tal vez no puedan comprender y sentir lo que significa verlos asegurados. En cambio, los pueblos empobrecidos y penetrados por una cultura cristiana, resumen con esta sobriedad el redescubrimiento de la alegría de vivir, Nicaragua sigue siendo pobre y subdesarrollada. No tiene abundancia de técnicos ni acceso a la tecnología avanzada ni posibilidad de usarla a fondo. Son éstas las consecuencias de la opresión de siglos. Pero este país "estaba muerto y ha resucitado", sus grandes mayorías campesinas habían perdido su dignidad y la han hallado. La revolución no les ha parecido sólo un intento de cambios materiales. La han percibido también como una aventura del espíritu, como un intento de reconstrucción moral.