Descripción
El poder en su dimensión social -única que aquí nos interesa- es la "capacidad para suscitar obediencia" y hacerse seguir por los demás. Esa capacidad se basa a su vez en uno de estos dos componentes o en los dos a la vez: la autoridad y la coacción.
La autoridad es la capacidad para suscitar obediencia y seguimiento por "convencimiento" y "adhesión", es decir, sin que el que obedece se sienta forzado a ello. Caben, sin embargo, muchos matices en esa obediencia no forzada. En su forma más noble, el que obedece procede por identificación lucida y consciente con los objetivos de aquella persona o aquella institución o colectividad que los propone; otras veces esa identificación existirá, pero estará más o menos manipulada por el engaño y la propaganda; a veces se sigue solamente a una persona o un grupo por el convencimiento razonado de que ella tiene cualidades para dirigir bien; otras en cambio Se le obedece por una persuasión, no racionalizada, de que hay que obedecer a determinadas autoridades constituidas o simplemente por el prestigio mítico e irracional que en ocasión suele rodear a los poderes fácticos e incluso a los simples poseedores de la fuerza bruta.
La coacción en cambio es la capacidad de hacerse obedecer por la amenaza de ejercer violencia. Para ello hay que tener fuerza, aunque no sea preciso emplearla. Más aun, cuanto más fuerza se tiene, menos necesidad habrá de utilizarla y de convertirla realmente en violencia; basta la amenaza.