Descrição
Son tres conceptos que conviene precisar. Son tres líneas de acción igualmente indispensables, según la situación de las personas y de los grupos humanos que tenemos que servir. Y son también tres maneras posibles -pero no igualmente humanizadoras y evangélicas- de abordar y orientar la acción social en su conjunto. La asistencia social, con sus diversas formas de ayuda directa, sigue siendo indispensable. A menudo es la única manera de entregar el auxilio a que tienen derecho las personas o los sectores en extrema necesidad. Pero la mera asistencia no favorece de suyo la promoción humana ni la solidaridad. Más aún, si no se cuida siempre de nuevo el respeto a las personas y el realismo de la ayuda, ésta se hace fácilmente humillante e incluso corruptora, se hace factor de disgregación en el pueblo, viene a contribuir al bloqueo del potencial solidario de los mismos pobres. Es importante no entregar mera asistencia cuando lo que se requiere es promoción humana. Y -porque creemos en el hombre, imagen de Dios, y en Jesucristo, que se halla identificado con todo hombre- creemos que siempre es posible darle a la asistencia una orientación efectiva a la promoción humana. Por su parte, esa promoción humana -siempre indispensable- tiene todavía su centro en el grupo o la agencia "promotora", y no conduce por sí sola a la solidaridad de los pobres, en torno a la causa de ellos determinada por sí mismos.