Descrição
«Por lo que se refiere a la pobreza, una religión será tanto más perfecta cuanto tenga una pobreza más proporcionada a su fin». Este clásico principio de Santo Tomás ha presentado siempre, y sigue presentando, no pocas dificultades, cuando se trata de evaluar la vida de pobreza real de una orden religiosa por los módulos que el principio sugiere.
Porque en él se contienen dos exigencias fundamentales: La primera: que se supone admitida, como una consecuencia elemental, la práctica de la «pobreza» en la vivencia efectiva de la religión. La segunda: que esta práctica es funcional, y que el determinante de la función es el fin institucional de la familia religiosa. Ahora bien: todo esto se encierra en un círculo difícilmente franqueable: ¿Cómo encaja en la entraña de la concepción adecuada de los fines institucionales de una religión, la obligación de hacer funcionalmente pobre la praxis apostólica y la comunidad que la realiza?
He aquí, a pesar de todo, un reto valiente, lanzado a todas las religiones: vivir un régimen estructural «económico», que realice con fidelidad los fines del instituto, discernidos en sinceridad de espíritu, y a la vez permita, proteja y desarrolle la práctica de la pobreza material.