Descripción
La Pobreza de Cristo: Un año antes del Concilio había escrito Juan XXIII: “A la luz del seguimiento de Cristo pobre alcanza el voto de pobreza su pleno valor”. El Vaticano II ratifico este aspecto primordial cristológico de la pobreza religiosa, al definirla como "pobreza voluntaria para seguir a Cristo", "participación en la pobreza de Cristo”. El Concilio interpretaba así fielmente la visión de los grandes fundadores y en especial de San Francisco de Asís y de San Ignacio de Loyola. Para comprender la pobreza de los religiosos se impone partir de la de Cristo, y tratar de captarla en toda su amplitud y profundidad. Tarea nada fácil, porque la pobreza de Cristo pertenece a lo más hondo de su misterio y por eso debería constituir un capítulo importante de la cristología, todavía inédito ¿Que conexión tiene la vida pobre de Jesús y su mensaje sobre los pobres con su carácter de Hijo de Dios, con su misión salvífica culminada en la cruz, con su actitud ante el Padre, el Reino, los hombres? Solamente dentro de esta actitud triple y unitaria de Jesús se pueden comprender su vida y su mensaje, y por consiguiente su pobreza.
Es importante señalar que la primitiva cristología neo-testamentaria recurrió al concepto de “pobreza” voluntaria para formular el misterio fundamental de Cristo: la encarnación. El himno pre paulino de Fil. 2,5-11 dice que Cristo, siendo de condición divina no retuvo celosamente el rango de su igualdad con Dios, sino que se despojó de sí mismo apropiándose la condición de esclavo, haciéndose hombre como nosotros y comportándose como hombre: más aun, se abajó hasta someterse a la muerte de cruz. En ese concepto de la encarnación, como despojo voluntario de lo divino hasta el grado ínfimo de lo humano (la muerte de cruz), está implícita la idea de empobrecimiento voluntario, que aparece explícita en 2 Cor. 8,9: Cristo siendo rico se hizo pobre por nosotros, para con su pobreza hacernos ricos. Aquí destaca el "por nosotros”; la encarnación es el acto de amor por el que el Hijo de Dios se hizo solidario con nuestra existencia humana, con todo lo que en ella hay de dolor, y de soledad y de muerte, como se dirá ya claramente en Hebr. 2,10-18. La "pobreza” constitutiva de Cristo, como Hijo de Dios encarnado, es solidaridad con nuestra pobreza humana, hacerse nuestro hermano, fraternidad.