Descripción
Al definir los Ejercicios Espirituales San Ignacio de Loyola pone muy en claro sus dos objetivos: quitar las afecciones desordenadas y bailar la voluntad de Dios en cuaja to la propia vida (E.E. 1 y 21). Estrictamente hablando el primer objetivo es más bien una condición para el segundo. Pero, en todo caso, se trata de dos realidades -afecciones y elección- profundamente personales. Por lo tanto, de parte del ejercitador no debe darse en modo alguno la inducción de pistas y sobre todo de metas, en el ejercitante. Los ejercicios se convertirían en un camino pre-determinado por un tercero entre Dios y el Ejercitante: el director.
Las inducciones pueden ser muy abiertas o muy sutiles: determinados énfasis... sordinas... silencios... insistencias..., cosas todas, opuestas al método genuinamente ignaciano.