Descripción
El título “Procura desmentir los elogios que a un retrato de la poetisa inscribió la verdad, que llama pasión” de este célebre soneto no proviene de la pluma de la excelsa poetisa mexicana Sor Juana Inés de la Cruz, sino de su editor, Alfonso Méndez Plancarte (1909-1955). Con este título pretendió fijar para siempre la idea de que el “engaño colorido” (verso 1) es el retrato de la poetisa misma. Pero quitándole este título ajeno al soneto, bien cabe la interpretación de fuerte impronta deconstructivista de que la obra de arte que evoca el yo lírico sea el soneto mismo que el lector tiene ante sí.
Según las interpretaciones tradicionales, Sor Juana retoma en este soneto el tópico barroco de la vanitas mundi (imitando el soneto “Mientras por competir con tu cabello”, de Góngora) y presenta la oposición entre la naturaleza sujeta al tiempo y el arte intemporal, advirtiéndole al lector de que un retrato es engañoso, porque en vez de mostrar los efectos del tiempo en la persona retratada, la muestra siempre bella y en eterna juventud. Vale la pena alejarse de esas interpretaciones e ir más allá de la idea de que el objeto sobre el cual el yo lírico llama la atención sea un retrato: aunque la expresión “engaño colorido” (v. 1) pertenece al campo semántico de pintura, es un juego lícito conceptista sacarla de este campo semántico e implantarla en otro, donde el adjetivo colorido gana connotaciones como polifacético, variado, rico en impresiones, etc. Lo mismo pasa con los “falsos silogismos de colores” (v. 3), de carácter igualmente engañoso.