Descripción
El arte de enseñar y de aprender, de formar a las personas, no es cosa simple. Resulta de una imbricada serie de interrelaciones humanas, científicas y de contexto que facilitan el proceso, nunca lineal ni impersonal, en pos de la calidad en torno a lo que se enseña y se aprende, cómo y para qué.
En relación a esta tarea de formación, la universidad, como institución de enseñanza superior que posee el poder de conferir los grados académicos correspondientes, resulta así referencial, marcando rumbos con respecto a lo que busca una sociedad cuando forma a sus ciudadanos.
Etimológicamente relacionada al concepto de universidad, lleva intrínsecamente en su naturaleza el comprender y ser común a todos sin excepción de ninguno, así como también, desde una responsabilidad no solo académica sino política-social, pertenecer y extenderse a todo el mundo, en todos los tiempos y situaciones. La educación superior se entiende entonces no como mera instancia que favorece la salida laboral, sino como ámbito de desarrollo de la capacidad de pensar y actuar.
Bajo esta perspectiva universidad y sociedad no resultan estamentos estancos, sino que la verdad científica y el devenir histórico-social tienden a relacionarse y retroalimentarse desde sus especificidades.
La universidad debería ser entonces patrimonio común de la sociedad toda, y ésta, objeto último de la labor universitaria, que trascendiendo la formación científico académica buscará aportar al desarrollo. En definitiva, una sociedad responsable de la universidad de la cual se nutre, y una universidad comprometida con la sociedad que la contiene.