La concepción estereotipada del proceso de enseñanza-aprendizaje implica el enfrentamiento desigual entre el sujeto que aprende y el objeto que se aprehende. El primero juega el papel activo en tanto que el segundo, por su misma naturaleza objetual, es encajonado en la pasividad. Así, los alumnos se apropian de los contenidos, y el resultado es el aprendizaje.