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Los emprendedores sociales mexicanos administran modelos híbridos con dos entidades jurídicas –con y sin fines de lucro- para disminuir la dependencia de donaciones y ganar visibilidad como empresas sociales, esa doble administración genera retos organizacionales e incertidumbre fiscal, con lo cual el concepto de empresa social es fácilmente cuestionado en México (Anaya, 2017). El objetivo de este artículo consiste en reflexionar desde el ámbito organizacional y fiscal el contexto de operación en que los emprendedores sociales están ejecutando modelos de negocio híbridos, para visibilizar si en realidad se trata de una buena práctica estratégica o bien, es un efecto forzado ante la causa de un marco legal fiscal que necesita replantearse o generar incentivos para emprendimientos y empresas sociales.