El trabajo compara los considerandos y expectativas que fueron planteados desde el discurso gubernamental sobre los beneficios que acarrearía la reforma laboral del 2012, con la evolución que presentó el empleo desde ese momento hasta el 2014, cuando se redactó el artículo. Si bien el periodo de aplicación de la reforma era aún muy breve, es posible ubicar tendencias opuestas a las expectativas planteadas originalmente. El autor se pregunta en qué medida la reforma contribuyó a la libertad y dignidad del trabajo y qué tanto logra favorece a los organismos incluidos en la lógica de la economía social y solidaria. Presenta una serie de conclusiones en las que queda claro que la reforma no logra aportar a la promoción del empleo digno ni al desarrollo de formas de organización económica social y solidaria.