El capítulo refiere la relación intrínseca entre política económica y política social, por lo que la separación de ambas en términos de priorización y de asignación de recursos en México implica un falso debate. Se juega un doble discurso de universalización de una política económica estándar en favor del mercado para la generación de riqueza y de políticas específicas y focalizadas para la atención a la pobreza, lo que termina por generar efectos perniciosos en materia social, particularmente en cuestiones de nivel y calidad del empleo.