A cal y canto. Asomos a Josefa Ortiz de Domínguez
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Data
2013-06-12Autor
Alvear García, José Antonio
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Por imaginativa que fuera Josefa, hubiera sido harto difícil que concibiera la idea de que terminara la revuelta insurgente un general otrora realista para después coronarse como Agustín I, emperador de México. Más difícil aún hubiera sido imaginar que la emperatriz de ese primer imperio mexicano, la mandara llamar a su insipiente corte. Pero sucedió. Doña Ana Huarte de Iturbide llamó a la muchas veces presa doña Josefa Ortiz de Domínguez a hacerle compañía. Pero el imaginario de nuestra protagonista ya había sido tocado tan hondo por la idea de libertad, de independencia y de soberanía, que se atrevió a contestar: «Dígale usted que la que es Soberana en su casa, no puede ser dama de una Emperatriz».No cabe duda de que doña Josefa Ortiz de Domínguez (Valladolid, hoy Morelia, 1768- Ciudad de México, 1829) de verdad existió. No cabe duda. Muy distinto sería pregonar que se le conoce de verdad. Pareciera esta afirmación, una oda a la erudición histórica. Todo lo contrario. Esta vez la provocación no viene por vía intra-sapiens, cuanto por conductos extraludens. Abiertos así de capa, el siguiente texto pretende ser un serio divertimento sobre lo que doña María Josefa Ortiz de Domínguez pudo haber pensado en tanto que al rigorista de su marido, se le ocurría abrirle la puerta de la habitación en donde la tenía recluida, siempre con el noble afán de hacerla callar.
Universidad Iberoamericana León.