El objetivo de todo país es mantener o conseguir una economía macroeconómicamente estable. La estabilidad macroeconómica implica múltiples dimensiones en cuanto a políticas económicas, que esencialmente incluye la estabilidad de precios, políticas fiscales sólidas, índices de deuda sostenibles, así como ciclos económicos más suaves, tipos de interés moderados a largo plazo y tipos de cambio competitivos. Esta visión amplia de todas formas toma en cuenta de que no existe una correlación simple entre estas dimensiones u objetivos múltiples, por lo que conseguir una economía estable depende del diseño de un marco macroeconómico sólido (Ocampo, 2005).