Los riesgos del cambio climático y las debilidades productivas que presentan los pequeños y medianos productores suponen un enorme reto en la agenda de crecimiento y desarrollo del sector agrícola nicaragüense. En este sentido, la incorporación de buenas prácticas agrícolas (GAP) a los sistemas de producción vigentes supone una posible estrategia de desarrollo para los grupos de productores más vulnerables, pues permite el acceso a mercados agrícolas más dinámicos y estables y la mejora de los sistemas productivos vigentes. No obstante, la implementación de sistemas de producción basados en principios de sostenibilidad económica y ambiental, como son los basados en las GAP, supone enormes desafíos tanto económicos como culturales, por lo que el desarrollo de políticas de intervención que permitan su establecimiento y aplicación es de vital importancia para el desarrollo del sector agrícola nicaragüense.