En la década de los ochentas El salvador vivió una de las guerras más sangrientas de Centroamérica. En el mes de marzo de 1980, un contexto de violencia, la fotógrafa del Diario Barricada, Margarita Montealegre, viajó a la capital salvadoreña a entrevistar a Monseñor Oscar Arnulfo Romero. Después de varios intentos el obispo aceptó. Lo primero que le dijo fue “sabés cuál es la diferencia entre Nicaragua y El Salvador, que ustedes tuvieron a un Somoza que les unió para derrotarlo y aquí no hay unidad”, recuerda Montealegre. Tres días después de aquella conversación, Romero fue asesinado. “Lo tenían entre ceja y ceja. La ultraderecha, la mano blanca lo consideraban un enemigo que tenían que eliminar”.