Vivir en el Pacífico de Nicaragua para la comunidad costeña significa un cambio radical. Se cambia el cayuco la lancha, por un bus muchas veces destartalado. La unión entre el cuerpo y el agua desaparece. Vivir en comunidad es casi imposible por las distancias. Las mujeres dejan de usar sus ropas con escote, los piropos no las dejan caminar en paz.
Los costeños llegan al Pacifico de Nicaragua con un morral cargado de memorias para distribuirlas, compartirlas y amplificarlas. Sólo basta caminar por algunos lugares de Managua para comprobar que somos multiculturales y prurilingües. Barrios capitalinos como Villa Pedro Joaquín Chamorro, Bello Horizonte, Waspam Norte, Primero de Mayo, Jardines de Veracruz, Ciudad Jardín, Las Mercedes, Casa Real, Monseñor Lezcano abrigan toda una cultura, muchas veces escondida por miedo la burla.