Descripción
La aparición de “El Güegüense” en el siglo XVII, dio a Nicaragua el privilegio de ser la cuna teatral latinoamericana. Hija del mestizaje, barroca y primitiva, nació la obra con virtudes y defectos que no han sido superados, sin embargo, por la producción teatral de los siglos posteriores. Su fuerza primigenia, la excepcional personalidad nicaragüense del protagonista, la unidad dramática y el sentido satírico de toda la obra, la convierten en una pieza clásica del teatro americano.
Sorprende, sin embargo, el hecho de que esta extraordinaria producción popular no promoviera un movimiento teatral trascendente y definido en Nicaragua. Poblados y villas se limitaron a escenificar “Retablos”, “Misterios” y “Pastorelas”, penetradas de temas bíblicos, tales como: “Original del Gigante”, “Pastorelas para Obsequio del Niño Dios”, “Historia titulada la Restauración del Sacramento”, “Historia de Sansón y Dalila” y “Loga del Niño Dios”, entre otras, y que constituyen variaciones folklóricas de Actas Sacramentales españoles, comunes en todo teatro de la época.