Descripción
Tocante a lo moral, la violencia es asunto peliagudo y espinoso. La sensibilidad ética más elemental y nuestro sentir mismo acerca del hombre se sublevan contra ella y la condenan, al parecer, inapelablemente. Eso no obstante, el continuo estallido de conductas violentas en los grupos humanos, tienta a pensar que constituye algo tristemente inevitable en el difícil curso de los procesos sociales. Sobre todo, cuando se presenta abanderando la idea de una existencia más libre y de una convivencia más justa, la alucinante expansión de la violencia en el mundo actual parece poner en cuestión la que, en principio, se antojaría obvia condenación moral de sus procedimientos.