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Es el discurso del Rector Dr. Arturo Dibar, S.J. en la Graduación habida en el periodo 1973 – 1974. “El cristianismo sólo vale la pena si se lo toma en todo su rigor”. En esta alocución el Señor Rector traza los lineamientos para formar a un hombre nuevo capaz de transformar la sociedad, Señala en la parte introductoria de su ponencia: “Desde hace varios años, ha sido objeto de mis reflexiones personales y compartidas, el de la educación cristiana de nuestra juventud universitaria. Se han hecho varias tentativas para mejorarla, si bien no siempre han producido los efectos anhelados.
Pero, a través de las revistas, de los Congresos Regionales e Internacionales y, teniendo fresco aún los desequilibrios de toda índole producidos por el terremoto del 72; se me ha agudizado más aún en el espíritu la idea de que, de nuestra Universidad no estamos extrayendo, al menos masivamente, el producto humano cristiano que deberíamos procrear, de acuerdo a la razón de ser de la creación de esta Universidad, en cuyo artículo 30 de sus Estatutos se señala, entre otras cosas `que se debe impartir una educación universitaria y enseñanza técnica superior, basando estos fines en los principios del Cristianismo´.
A este propósito, me viene a la memoria lo que decía Romano Guardini, respecto a la juventud alemana, trastornada por la guerra: `A esa juventud hastiada, cansada hasta el tedio pero afanosa, sin embargo, por conservar la trágica atención alemana hacia la búsqueda, no podía movilizarle los resortes del alma un cristianismo pasado por mil aguas de vaciedades románticas. Había que volver al cristianismo de la Iglesia de Roma, del sacrificio eucarístico vivido en todo su rigor litúrgico, de la oración del diálogo con Dios, de la verdad sin paliativos de la Revelación, de la piedad que es amor reverente a un misterio siempre oculto y siempre nuevo para quien piensa con la máxima intensidad. Y, ante todo, había que hacer sentir a los jóvenes la necesidad y el orgullo de serlo”.