Si dentro del mundo afro-caribeño, la tradición para el hombre negro consiste en heredar un espíritu y revitalizarlo, Augusto Silva, a través de sus obras, ha logrado revivir las tradiciones de las comunidades indígenas retornando a una de sus más profundas raíces: el arte tribal africano, descubierto por Matisse y Picasso en los albores del siglo veinte.