El autor plantea su visión personal de la Educación Popular, no sólo como una metodología de trabajo, sino como una opción de vida. Si la vida es un permanente proceso de educación, la opción educativa de cada persona coincidirá también con su opción de vida. Esto conlleva compromisos en todos los espacios en que nos relacionamos con las demás personas para que también esas relaciones sean educativas. Expone también los puntos de encuentro de la llamada educación popular y la educación académica reflexionando sobre la posibilidad de su articulación.