Descrição
Honduras, cuatro de enero de 2005. Ese día salí rumbo a Estados Unidos con un
solo objetivo: estar dos años, pagar los costos del viaje y hacer casa a la familia. Eran
las cinco de la mañana. Mi tío Agustín, en el carro de Andrés, su hijo, nos condujo
hasta el lugar llamado Baracoa en el departamento de Cortés. Salimos cuatro, todos
con parentesco familiar. Después tomamos el autobús que conduce a Puerto Cortés
y luego el autobús que conduce a la frontera de Corinto. En la frontera, en una
garita de migración pagamos la salida, cincuenta quetzales. Tomamos un microbús
que conducía a Puerto Barrios, seguimos y nos bajamos en el desvío que conduce
hacia Aguas Dulces para tomar el autobús que viene de Guatemala hacia la ciudad
de Santa Elena, una vez ahí compramos algo de comer. Puedo decir que en estas
circunstancias uno está nervioso y no tiene muchas ganas de comer. Lo único que
desea es que pase el bus; uno tiene miedo de que venga un policía, pida papeles y le
saque unos cuantos quetzales más.