La comisión de un hecho típico, antijurídico y culpable supone la imposición de una sanción punitiva denominada pena, cuya finalidad en el Derecho penal moderno se orienta a la prevención general y especial de delitos. La pena ha sido la consecuencia jurídica por excelencia ante la comisión de hechos delictivos. Inicialmente, la pena se aplicaba indistintamente tanto a sujetos imputables como a inimputables; sin embargo, con posterioridad se determinó que ésta carecía de toda utilidad en su aplicación a sujetos carentes de capacidades intelectivas o volitivas.