El crimen es un hecho innato al ser humano. Por más que se retroceda en el tiempo ambas variables se hallan presentes a lo largo de la historia. Desde el asesinato de Caín y Abel hasta nuestros días se han producido multitud de manifestaciones delictivas. El delito debe considerarse un hecho cíclico que aumenta o disminuye según los medios de control social adoptados por los diversos entes nacionales e internacionales. Durkheim lo definió como un fenómeno normal dentro de una sociedad, incluso aunque la misma estuviera compuesta por santos el crimen existiría. En teoría, la Criminología debiera ser una ciencia antiquísima en el tiempo pues al existir el crimen cohabitaría una disciplina encargada de su estudio. Bernaldo de Quirós señalaba al efecto que «criminología ha habido siempre, desde que ha habido crímenes (…); una Criminología, siquiera, incipiente, rudimentaria, elemental; tan elemental y tosca, tan pedestre y vulgar (…)»2. Sin embargo, tal y como se concibe hoy -una ciencia empírica- su origen suele circunscribirse con la Escuela Positiva Italiana (Scuola Positiva) si bien es cierto que años antes de iniciarse esta corriente existían algunas pequeñas manifestaciones de estudios que dejaban vislumbrar una verdadera preocupación por el estudio serio y racional del hecho delictivo en su conjunto (frenología, fisionomía, psiquiatría, estadística moral...).