No puede dudarse de que el tema de la naturaleza de la prescripción extintiva, si no es el famoso piélago en que Dumoulin veía zozobrar al tratado de las obligaciones divisibles e indivisibles, no le anda muy lejos. (“No hay, en el turbulento océano del Derecho, piélago más profundo y peligroso que el Tratado de la divisibilidad o indivisibilidad de las obligaciones”, afirmaba, allá por el año 1562, el jurista francés Dumoulin, más conocido como Molinaeus). La prescripción extintiva pretende resolver un conflicto entre personas de una manera razonable, justa. O sea, lo que pretende el Derecho y todas y cada una de sus instituciones en cualquier comunidad: arreglar una controversia entre partes con criterios de justicia, para evitar la tentación de que alguno se la tome por su mano.