El presente estudio resalta el cambio de paradigma que se vive y propone la necesidad de ver nuestra economía desde la ventana del comercio. Desde ahí, cuestiona la idea convencional de que la inversión física per sé provoca desarrollo; aborda temas como la división entre producción y comercialización, la lógica tradicional de acumular tomando la finca como punto de partida y terminando con el comercio y la presunción tecnocrática de fomentar la productividad agrícola como solución a los bajos precios. El artículo concluye que el desarrollo es posible si el comercio es una fuente de innovación, y ésta de oportunidades de inversión.