Desde su primera aparición, por allá en 1992, nuestra revista Magistralis
presentó un carácter y una apuesta a los misterios y vericuetos de lo
humano desde la trascendencia del arte. Me explayo, si bien esta publicación
—que sobrevivió, casi sin cambio, más de tres lustros— tenía su
eje en la educación, en las secciones finales muchos tuvimos oportunidad
de abordar el bajel del arte, de la literatura y de los libros sobre esos
carísimos temas, de leer extraordinarios ensayos o reseñas que iban
lustrando opacidades desde ese sitial.