Descripción
Hay temas en el terreno de la crítica literaria que, con frecuencia, exigen
una justiicación previa. A pesar de esa amoralidad que nos atribuimos; de
esa amplia conciencia del mundo que aseguramos usufructuar por encima
de cualquier otro profesional, hay ocasiones en que el decoro exige justiicaciones.
Tal es ahora el caso. ¿Por qué poner el asco en relación con
la poesía, género de géneros, pensado como expresión del sentimiento o
experiencia de lo sublime? ¿Por qué ese oxímoron que parece contraponer
radicalmente un objeto que la cultura caliica como prístino a un sentimiento
que parece degradarlo? Y la primera respuesta que me viene a mano
resuena contundente, con el peso de los siglos: “Porque soy hombre, nada
de lo humano me es ajeno.”