Descripción
A días de las votaciones no es para menos sentirse abrumada. Nuestra realidad es muy compleja y parece
no haber atajos o salidas hacía un mundo menos desigual y un poco más justo. Primero, porque por un
lado tenemos a la supuesta institución encargada de velar por nuestros intereses: el INE, mismo que se
ha caracterizado por ser sinónimo de tiranía y corrupción; ejemplo práctico de una voluntad política
incompatible con la transparencia y la legalidad, aquello a lo que me he atrevido a catalogar como “el
gran suicidio democrático”.
Segundo, por la cantidad inconmensurable de candidatos impresentables, aquellos que han salido de
novelas, de campos de fútbol, del crimen organizado, del PRI, PAN, PRD, PT, Movimiento Ciudadano,
del Verde, de Morena, del Humanista y todos los partidos que falten por nombrar e incluso, de los sin
partido. Esos muchos personajes, que no entienden lo que significa el compromiso con la justicia,
aquellos que se han quedado cortos, callados e impávidos cuando más se les han necesitado.