Han sido casi dos meses de apagar la radio para no renunciar a ese espacio, 60 días de ser testigos del estado crítico en el que está sumergido nuestro país. La autocensura, la violencia, las agresiones y el sometimiento por ejercer la labor periodística son síntomas de un país que es dirigido por cúpulas de poder que difieren de la democracia y las libertades humanas; poderosos que se han encargado de imprimir sus ambiciones políticas por encima de las demandas ciudadanas.