No se equivocan los profetas que anuncian similitudes entre la Republica de Weimar y las condiciones políticas del presente. La profecía política, bien sabían los filósofos árabes, requiere de algunas condiciones vinculadas con el conocimiento del mundo y la virtud moral. El problema radica en que no es fácil identificar a los “falsos profetas”, aquellos a quienes Max Weber denunciaba como militantes per cátedra, puesto que el ejercicio de la prognosis está relacionado directamente con la experiencia inmediata de la política. Por tal motivo, no erró Maimónides al afirmar en Carta a los judíos de Yemen que “cuando aparece alguien que no es renombrado por su ciencia y dice ser un profeta nosotros no debemos creerle”.