Los ejercicios espirituales corren el peligro de ser —¿han sido?— una obligación cumplida a regañadientes o un simple tranquilizar la conciencia. Eso los desvirtúa completamente. Ofrecemos en este número una serie de aportaciones encaminadas a sugerir modos de vivificación de los ejercicios. Unas más fundamentadas y profundas, otras más sencillas; procurando ayudar a satisfacer diversas necesidades.
También abordamos, entre otros temas, las alocuciones papales y la evangelización encarnada y compartida.