Vivir en tierra extraña significa participar en las pruebas del siervo sufriente que lleva sobre sí el peso del pecado del mundo, de la injusticia que oprime a los hermanos; es caminar hacia la casa del Padre, buscando cielos nuevos y tierras nuevas donde reine la justicia y la hermandad. Mirar al norte es no olvidar el sur: México y algo más. Sobre este asunto verá el lector o lectora que tratan varios de los artículos contenidos en el presente número de Christus.